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El sonido de una videollamada en espera rara vez se convierte en un símbolo de esperanza, pero en los 11 centros penitenciarios de Guanajuato, este 10 de mayo, ese timbre digital marcó uno de los momentos más intensos y emotivos del año. No fue una conexión más: fue la oportunidad de ver a quienes les dieron la vida.

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Decenas de personas privadas de la libertad experimentaron un reencuentro virtual con sus madres, algunas de ellas ausentes durante años. La jornada organizada por el Sistema Penitenciario de Guanajuato permitió que, a través de una pantalla, se cruzaran miradas llenas de amor, reproche, perdón… y sobre todo, esperanza.

Las imágenes reflejaban lo que no siempre puede expresarse con palabras: una madre secándose las lágrimas mientras susurra agradecimientos, un hijo inclinado hacia la pantalla, tratando de acercarse a lo inalcanzable. En otro rincón, internos con rostros duros rompieron la rutina y cantaron “Las Mañanitas” con guitarras en mano, logrando que por unos instantes las barreras físicas se desvanecieran.

En los penales donde fue posible el contacto presencial, las madres recibieron flores y compartieron juegos con sus hijos, construyendo recuerdos que trascienden el encierro. También los adolescentes del Centro de Internamiento Especializado para Adolescentes participaron en la celebración, sorprendiendo a sus madres con cartas, canciones y mensajes llenos de emoción.

Más allá de la tecnología y los barrotes, esta iniciativa es una apuesta por la humanización del sistema penitenciario. Porque en los espacios más duros, el vínculo entre madre e hijo puede resistir la distancia, el tiempo… y sí, también las rejas.

 

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